MAS LISTA QUE UNA RATA CON HAMBRE por MELVIN ZAMORANO

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stock-vector-black-vip-background-with-golden-tuxedo-and-bow-tie-vector-illustration-gold-invitation-card-for-428869234A mi mujer y a mí nos endosaron a mi sobrina, querían sus padres que la llevaramos al «baile de fin de año» pues ya hace cinco años que ha cumplido la mayoría de edad. Nos comentó durante la cena que tenía novio y que quería estar guapísima, para cuando más o menos a las 12 de la noche llegar a la cita  y dirigirse a la barra de la atiborrada sociedad, donde supuestamente, había quedado con su guapo y enamorado efebo. De rigurosa etiqueta,  nos costó mucho a mi mujer y a mí, pasar el visto bueno de nuestros hijos, porque yo llevaba el esmoquin del año pasado, pero mi mujer se probó varios trajes de noche y ninguno le gustaba a  mi hija, ni a mí sobrina, que si el color, que si los complementos, que si una chicha asomaba por los laterales, que si las pistoleras, ¡qué se yo! lo que tardaron hasta que yo di un estampido en la mesa del despacho y  alcé la voz diciendo: » Me casé con tu madre porque era la mujer más guapa del mundo, y está muy bien así» ¡O nos vamos ya!, o me desvisto y piden un taxi… ¡Faltaría más!. Mi hija y mi sobrina por no llegar tarde, pasaron página y rápidas bajaron al garaje con mi mujer y a los diez minutos entrábamos en el Club. A las dos horas le sonó el movil a mi sobrina. Su enamorado le dijo que estaba en la cama con la gripe de estómago.

A mi sobrina casi le da algo, pero como es tan guapa, al entrar se formó un corrillo de amigos y no faltó quien  la acompañara durante toda la noche. Con la carrera de derecho terminada y un carácter más que abierto, salvó la velada muy sonriente.

Una vez de regreso a casa, mi sobrina me dijo que iba a dejar a Alfonso y yo le dije: ¡Pero! ¿por qué?, ella colorada como un tomate, respondió que estaba segura de que no estaba enfermo, sino que lo que había pasado es que había salido con otra. Llevé a mi sobrina a mi despacho y le dije que me explicara el por qué de sus sospechas.

-Mira tio Melvin, estuve toda la noche buscando a Virginia, y no la ví por ninguna parte. Alfonso tenía ayer en su móvil una llamada perdida de ella. Hace diez días que nos la encontramos en un centro comercial y se comíán con la mirada ¿quieres más?

-Es una pena Silvia, es un chico tan educado.

-Sí pero no está para mí, se ha ido con Virginia.

Pasó un mes y mi sobrina estuvo dos semanas deprimida, no comía nada, bajó diez kilos, no hablaba y lloraba todo el rató. Mi hermana vino a casa dos veces a desahogarse conmigo y yo me sentí impotente, no podía hacer nada. Yo las quería a las dos. Llegué a ponerme furioso.

Alfonso no la llamó.  Ella tampoco llamó a Alfonso. Pasó otro mes y por pura casualidad me lo tropecé  en el rellano de la escalera de un edificio institucional, le llamé por su nombre, pues le conozco bien, soy amigo de su padre. Le espeté: -¿Has dejado a mi sobrina? ¿Eres gilipollas? ¿Sabes lo que has hecho? Silvia es madura, guapa, posee una gran personalidad…¡No lo entiendo!

-Señor Melvin la he dejado precisamente por eso, ella es demasiado para mí, me siento inferiorizado ante su persona.

-Pero ella te amaba Alfonso, se dió cuenta de tu infidelidad en el mismo segundo.

-Por eso Sr. Zamorano, por eso. Su sobrina es más lista que una rata con hambre y me recuerda a Angelina Jolie.

-Tú te la pierdes mierdecilla. ¡Te voy a…. y Alfonso con cara de perro acorralado se metió en el ascensor, el muy cobarde no le hemos visto más el pelo.

Por Melvin Zamorano

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