GESTOS QUE HABLAN … PALABRAS QUE DEFINEN por Mª Elena Moreno

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Acercando el microscopio, a la personalidad de nuestros interlocutores, podemos descubrir, sumergidos en capas, más secretos de las personas, tal que si los atravesáramos con los Rayos X de Madame Curie. No me son extraños los labios caídos del vago Bartolo, el de los tebeos, con la colilla pegada a los labios, así como el pegajoso y obseso que nace bajo el signo del Cerdo del horóscopo chino. Tampoco pasa desapercibido el que llaman de «dos hablas», expresión canaria que caracteriza al neurótico profundo, que pone el deje agradable, para esconder una muy mal disimulada mala leche. Podemos definir al que se escucha hablando, y recibe el eco y el efecto de sus palabras, subido a una tarima y paseándose, sin creerse a un público que acude por otro motivo y tiene que tragarse al petulante orador que llega al climax consigo mismo «en su misma mismidad» aprovechando que luego viene el número fuerte. El sometimiento de quien se casa lo mismo con Juana que con su hermana, porque quiere jugar un papel convencional dentro de su entorno social. Los que cometen los mismos errores de siempre, sin contrición ni propósito de la «enmienda», porque son miopes al observarse a ellos mismos. Los que no evolucionan y no maduran, mientras que tú te vas ajando y se marca en tu frente el efecto de concentración de la responsabilidad asumida con todas las consecuencias, y ellos con la misma talla, mismo peinado, misma sonrisa…te espetan ¿Pero eres tú, como has cambiado? Y uno no puede expresar, ni que los daños causados provienen del grado de implicación, cuando experimentas una vida dedicada e intensa, con afectos profundos incluidos, ni que esa persona que se te acerca, se ha congelado en la propia imagen, por vivir en punto muerto toda su vida de incompetente y cobarde.
El malo que te ve caído y te afloja el puntapié más certero y más medido, puede ser que lo haga así directamente o te practique el acoso y derribo a tu autoestima. ¡Que malo es cuando te anticipas varios minutos a lo que te van a decir, cuando todo te lo ves venir, cuando en suma, ya nadie te sorprende, y todo te aburre. Pero algo te digo, amigo lector y no es nuevo, que si los demás nos leyeran el pensamiento, aquí nadie se dirigiría una sola palabra.

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