«ENTRAR POR EL ARO» por María Elena Moreno

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El que trata como basura a los demás, se ve relegado a ella. Entrar por el aro en lo que se refiere a las normas de urbanidad, protocolo, buen gusto, educación, es algo positivo. Todos estamos preparados para aceptar la amabilidad. Nadie está bien prevenido para recibir malos tratos verbales y físicos. «Entrar por el aro» cuesta trabajo, pero a lo largo de la vida beneficia. Ser bueno es válido a nuestra sociedad, pero ser inteligentemente bueno, facilita nuestras relaciones personales.
Demuestran ser buenas madres y buenos padres, aquellos que se esmeran en la formación de una persona. No son verdaderamente conscientes de que esa dedicación va mucho más allá que un deber de progenitor. La persona bien formada, posee en su haber un tesoro como herramienta para ser aceptado en la sociedad, gremio, agrupación, vecindad, familia…
Hoy en día se da la figura del sarandajo/a, maquillado y vestido como un señor/a, que se enfunda su traje de profesional, y lo lamentable es que cuanta menos educación, más ego, más petulancia, más ampulosidad. Pero recordemos la sentencia que dice: «El que se sienta donde no le corresponde, es levantado de la silla».
Cada cuatro años muchos son levantados de su asiento, escaño, despacho, etc. Muchos de ellos… y cuando esto ocurre, la sarandaja o sarandajo, se transforma en un panoli con cara de idiota que no entiende lo que pasa a su alrededor. ¡Lamentable pero frecuente!
Otro tipo de sarandajo es aquel que vive en solitario y no es por vocación: Tras el disfraz de ermitaño y de retirado a la meditación, se esconde un apartado de la sociedad por insoportable, parásito o desadaptado.
Cuidado con los solitarios a los que no aguanta ni la propia familia.
Entrar por el aro, implica disciplina, afectividad, sacrificio y profesionalidad. Si no eres disciplinado ni generoso, estás avocado al «retiro forzoso» y a sufrir la indiferencia del resto de la humanidad.
Cuantas personas conquistan con la palabra o un bien presentado físico y en el transcurso del tiempo los que le sostenían la careta se cansan y queda al descubierto un individuo defectuoso, teniendo como significado de este adjetivo, aquel que se le atribuye al «mal educado»
Hoy en día hay mucha permisividad, se confunde al indeseable con el gracioso, al importante con el adinerado y al atractivo con el narcisista. Pero está en nuestras manos el tratarlos con condescendencia y piedad, pues es caritativo intentar solo por una vez, aunque sea por una vez señalarles el camino. Algo que cuanta más edad tiene el sarandajo/a, más difícil es.

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