Nueva crónica de Donacio Cejas, fiesta de la Virgen de Coromoto

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FIESTA DE LA VIRGEN DE COROMOTO EN FRONTERA

Hoy domingo diecinueve de septiembre, hemos celebrado en nuestro pueblo de Frontera la festividad de La Virgen de Coromoto Patrona de Venezuela, por la limitación impuesta por las autoridades, tal celebración se limitó a La Santa Misa, con presencia de la imagen que representa a la lejana tierra criolla, y con asistencia de bastantes fieles, -siempre guardando el límite de aforo-, bastantes de ellos emigrantes venezolanos, que han venido buscando el sosiego y el bienestar social y económico que ya en su patria no se consigue.

El Párroco en su homilía tuvo recuerdo muy emocionado para Venezuela, para los venezolanos, y para los canarios que allí residen, rogando a Dios que las cosas cambien y se vuelva a poder vivir en paz y tranquilidad en aquel querido país.

El coro ofreció algunas canciones religiosas venezolanas durante la misa, y para más emotividad, algunos de sus componentes son venezolanos, con lo cual tenemos una muestra más de la integración latina en nuestros pueblos. Así nos sucedió a nosotros, cuando jóvenes fuimos emigrantes en Venezuela y otros países de aquellas latitudes, y allí encontramos respuesta a nuestras aspiraciones. Venezuela nos ofreció con toda generosidad los caminos que anhelábamos, allí fundamos nuestros hogares, nacieron nuestros hijos, formamos parte de su tejido social, humano y económico, muchos de nosotros adoptamos la nacionalidad venezolana, y si bien muchos regresamos a la patria de origen, también es verdad que allí se quedaron miles y miles de emigrantes de muy diversas procedencias, que decidieron seguir allí, en la patria de sus hijos, donde se sienten muy a gusto.

Ahora las cosas han cambiado, ya Venezuela no es aquel país económicamente potente y en rápido desarrollo, su moneda ha perdido la paridad que siempre tuvo, y tanto los propios venezolanos como los inmigrantes que habían decidido quedarse allí, buscan desesperadamente la manera de salir a otras tierras a buscar mejor suerte, lo cual lleva consigo, no solamente la pérdida del bienestar que ya habían logrado, sino la disgregación de las familias seguramente de forma irreversible, y que muchos no volverán a verse.

A nosotros nos corresponde ahora, tratar con cariño y consideración a esos inmigrantes que con su trabajo honrado e intenso quieren vivir entre nosotros, formar parte de nuestra sociedad, y en suma integrarse plenamente como ciudadanos en su nueva patria. Así ha de suceder sin duda.

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