Investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria confirman la colonización de la isla de El Hierro desde el siglo III después de Cristo, así como la presencia de agricultura y la vinculación con el mar por los bimbaches en el periodo pre-europeo, entre otras conclusiones de un importante estudio de investigación que desarrollan con la colaboración del área de Patrimonio del Cabildo de El Hierro y financiado por la Unión Europea. La isla de El Hierro es un caso excepcional de colonización de islas oceánicas. Con un territorio de escasos 268,5 kilómetros cuadrados los antiguos habitantes de la isla fueron capaces de subsistir en un contexto con escasez de recursos alimenticios y agua potable hasta la llegada de los europeos. Cuándo la isla fue colonizada y cómo estas poblaciones se adaptaron para asegurar su supervivencia en un contexto tan particular siguen siendo cuestiones por resolver. Desde el año 2020, un equipo de investigación multidisciplinar de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria trabaja para abordar estas cuestiones, para lo que cuentan con la colaboración del área de patrimonio Histórico del Cabildo de El Hierro. Trabajos arqueológicos recientes y nuevas dataciones de Carbono 14 están aportando datos que arrojan luz sobre estas cuestiones. La intervención arqueológica en el yacimiento de Cueva de La Herradura (La Restinga) y el análisis de los materiales arqueológicos de Gorona del Viento (Valverde) ha permitido confirmar la colonización de la isla al menos desde los siglos tres y cuatro después de Cristo, informaron hoy los directores de este equipo de investigación. Además, estos trabajos han puesto de manifiesto la intensa relación entre los indígenas canarios y el mar desde los primeros momentos de ocupación de la isla, algo que también ocurre en el resto del Archipiélago. Asimismo, los datos arqueobotánicos confirman la presencia de agricultura en el periodo pre-europeo y la explotación de los recursos vegetales autóctonos desde los primeros instantes de ocupación hasta la actualidad. El estudio de las semillas arqueológicas ha permitido documentar algunas de las plantas consumidas en la Cueva